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Los niños de Marcelino

Columna de opinión de Jaime Concha Meneses, sobreviviente al caso maristas en Chile y fundador de esta Red de Sobrevivientes.


El Fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas, Marcelino Champagnat, señalaba con mucho entusiasmo y con convicción que “para educar a los niños hay que amarlos”.


Con fecha 28 de Julio de 2022 el Provincial de la Congregación Marista, Pablo González, hizo una declaración en varios medios escritos para reconocer públicamente los abusos sexuales cometidos por miembros de la Congregación en contra de niños y niñas que estaban bajo el cuidado institucional.


Esta disculpa pública resulta ser un mero acto comunicacional vacío, que llega, en mi caso particular, 50 años tarde.


Esta declaración está rodeada de negacionismo, autocomplacencia y perversión por parte de la Congregación Hermanos Maristas, así como de la Iglesia Católica y del Estado Vaticano.


Las víctimas de estas sistemáticas vulneraciones a los derechos humanos seguimos exigiendo Justicia y Reparación para cada uno de nosotros y nuestras familias.


La Fiscalía Metropolitana Sur en Mayo de 2021 reconoció la existencia de delitos sexuales reiterados cometidos por miembros de la Congregación Hermanos Maristas al menos desde 1960.


Hay varios Hermanos Maristas acusados por abuso sexual reiterado, otros tantos actuaron como cómplices y también como encubridores.


En mi caso particular, yo he denunciado al menos a 3 Hermanos Maristas como abusadores sexuales reiterados y a 3 sacerdotes diocesanos y 1 sacerdote Capuchino como abusadores sexuales reiterados. Así también, hemos denunciado la existencia de una asociación ilícita entre miembros de la Congregación Marista, laicos, sacerdotes, el Arzobispado de Santiago y la Nunciatura Apostólica para seleccionar, ganar la confianza, traicionar la confianza, abusar espiritualmente , abusar sexualmente, maltratar psicológicamente y físicamente, amenazar y silenciar a cada una de los niños y niñas que fueron víctimas de estos deleznables delitos. Además, hemos insistido en que esta asociación ilícita también permitió la impunidad para actuar , encubrió a cada uno de los victimarios y pagó millonarias cifras para silenciar a víctimas, y premiar a encubridores y cómplices.


Desde que hicimos públicas nuestras denuncias en el 2017 la Congregación Marista de Chile ha usado en todos sus comunicados un lenguaje elusivo, evitando decir crímenes, porque como institución son responsables del actuar de sus miembros. Porque además, en el transcurso de estos 50 años esta asociación ilícita se ha ido renovando para seguir trabajando por la impunidad de sus violadores seriales y revictimizándonos una y otra vez a cada una de las víctimas que se atrevieron a denunciar.


Los abusos sexuales reiterados, junto con el abuso de poder, el abuso espiritual, el maltrato psicológico y físico han producido efectos devastadores en la vida de cada uno y una de nosotras y en nuestras familias.


El silenciamiento producido por el abuso reiterado por Hermanos Maristas y sacerdotes nos hizo vivir toda nuestra infancia, adolescencia y vida adulta en medio del horror, el terror, la culpa, el autodesprecio, la inseguridad y la desconfianza. Ellos nos escogieron, nos marcaron, nos traicionaron y nos asesinaron la inocencia, la infancia, la sexualidad y la espiritualidad.


Muchos de nosotros hemos perdido parejas, familias, amigos, oportunidades de desarrollo profesional, trabajos y tenemos una deteriorada calidad de vida asociada a la enfermedad crónica y al Trauma Complejo desarrollados a consecuencia de estos eventos adversos sistemáticos en nuestra infancia y adolescencia.


Para la Congregación Marista y la Iglesia Católica el problema no son las vulneraciones sistemáticas a los derechos humanos que cometieron religiosos y sacerdotes en nombre de un dios. El problema ha sido que las víctimas hemos gritado el horror y el terror al cual fuimos sometidos por el sólo hecho de ser alumnos de un colegio Marista.

Finalmente, somos los niños y niñas de Marcelino Champagnat los que hemos denunciado la traición a la obra educacional católica y la corrupción de los valores sobre los que se sostiene la llamada “Familia Marista”.


La que fue una Congregación destinada a la educación integral de los niños y niñas finalmente se ha convertido en una organización criminal que ha vulnerado sistemáticamente las infancias a su cuidado, ha encubierto sistemáticamente estos deleznables crímenes y persiste en revictimizar una y otra vez a cada una de sus víctimas y sus familias.


Exigimos a la Congregación Hermanos Maristas de Chile nuestro derecho a la Memoria, a la Verdad, a la Justicia, a la Reparación y a las garantías de no repetición de estas imperdonables violaciones a los derechos humanos durante nuestras infancias y adolescencias.


Lamentamos que esta declaración pública de la Congregación Marista de Chile no se ponga del lado de la verdad, de la justicia , de la reparación y, sobre todo, que no se ponga al lado de las víctimas y sus familias.


En el siglo XXI se espera que las instituciones religiosas como la Congregación Hermanos Maristas sean garantes de los Derechos Humanos, que se comprometan con una ética del cuidado que promueva el respeto a la dignidad humana, el buen trato, la convivencia pacífica y la justicia y reparación para toda vulneración a esos derechos. Porque para educar a los niños y niñas hay que amarlos , cuidarlos, respetarlos, escucharlos y no abusarlos.


Viña del Mar, 29 de Julio de 2022

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